El aguacate, uno de los cultivos con mayor fuerza en México, está transformando la vida de los michoacanos, y no para bien precisamente.

Su alta demanda y popularidad a nivel internacional ha convertido al aguacate en la producción agrícola número uno del país. 

Sin embargo, esto ha traído muchas consecuencias negativas para las personas que viven cerca de los huertos de aguacate.

Muchos productores de aguacate están comenzando a llevar prácticas que afectan el medio ambiente de la región. El número de huertos ilegales ha incrementado de forma alarmante, y no parece tener freno. 

La destrucción de los bosques está trayendo efectos negativos para todos, incluso para los productores de aguacate. 

Debido a la destrucción de la flora endémica de la región, la temperatura comenzará a aumentar cada vez más, incrementará la escasez de agua, y todo esto deteriorará las condiciones idóneas para sembrar aguacate.

Alberto Gómez-Tagle, doctor en ciencias biológicas, llevó a cabo en 2016 una investigación para comparar la dinámica hidrológica de la planta de aguacate y el pino. 

Descubrió que el aguacate consume hasta cinco veces más agua que el pino. Para poner un ejemplo, mientras que un árbol de pino requiere 11 litros de agua al día, el árbol de aguacate por lo general requiere entre 50 y 65 litros al día.

Otro punto importante, es que las plantas de coníferas no necesitan aplicación de agua ya que son autosuficientes gracias a su captación de agua. Desafortunadamente no es el mismo caso para el aguacate, pues debido a que captan 14 veces menos agua que un pino, requieren mayor cuidado y atención. 

El problema de las huertas ilegales es tan preocupante que, en caso de no ser controlado, se estima que la producción del aguacate Hass colapsará en menos de 50 años por falta de agua y el aumento de la temperatura.